dimarts, 11 d’agost del 2009

Mi vulgaridad

‘Quizás no del todo, todo está perdido…’. Una frase de alguien comedido, singularmente vulgar entre tanta mediocridad. Es de Dios, saberse el quit que alimenta nuestro onanismo diario, y dicho así, desde el café matutino al silencio en el retrete, del callarse ante el soez-ismo imperante a la riña inocente de tu gato…

Embarcarse en nemerosos asuntos ajenos y particulares allende de uno mismo, repercute en la insatisfacibilidad del homo-vulgaris tanto en su percepción inmediata, como en su horizonte vivencial. ¡Qué de fulanito! ¡Qué de menganito! ¡¡¡Qué, de la madre que los parió!!! Incapacidad ya no de crear belleza sino de entreverla; embrutecimiento en el vacío, del eco cada vez más fuerte que retumba en calabazas de espantapájaros ávidos por desnudarse de ser, y tomarlo de segunda, tercera o cuarta mano. Identidades podridas de mundanidades recurrentes y sin espontaneidad, sin creatividad propia, sin más que ofrecer que una rutina pobre e insulsa, sin ir más allá de las necesarias obligaciones, tomándolas como castigo y penuria para ser cada vez menos en todos los aspectos.

El olvido es virtud y vicio. Virtud de apartar rencillas estériles, de perdonar de corazón el daño reparable, virtud de sembrar semillas de ‘ti mismo’ en el marchitante cambio constante de la realidad. Vicio, por dejar de amar a quien te ama, por degradar en el abandono la atención que merece la vida propia viviendo en los demás y no con ellos, siendo espectador infructuoso en lugar de protagonista; de silencios mortecinamente podridos de haraganería de vivir, sólo mirar. Qué vida contemplativa ésta en la que se diserta de la desgracia ajena, se ríe y se llora, aburre y arrolla en un mar de opiniones aparentes, infundadas y estúpidas sobre lo que es la vida; vivir viviendo en lo que hace el ajeno… paupérrimo.

Destellos de humanidad, virutas de amor aquí y allá, pero nadie sabe porqué ni cómo. Buscar en algún sitio consuelo, pues la soledad del yo puede disiparse y las sombras racionales subsumirse a la tenue neblina de los sentimientos y emociones. Reconforta creer escéptico que todo va mal, sin razón ni orden, aportando el mínimo al cambio; más que hombres, somos avestruces que escondemos la cabeza. Y… ¿por qué nos vemos inducidos a seguir sin que haya esperanza aparente? ¿qué es esa necesidad que nos empuja en los peores momentos? ¿qué, de esa sed inagotable que nace en nuestro seno?

Discerniéramos quizá motivos altaneros que nos inducen a acallarnos. Un espíritu de reproche mordaz y cruel, nos juzga duramente en el silencio; buscamos aprobación y perdón allí donde hay vida, pero no es más vida la del otro que la nuestra, y, no es mejor necesariamente lo otro por ser no-yo… por no ser autocriticable y/o autocastigable. Aceptar lo ajeno con la escoba en la mano; si sobra o ensucia, fuera!

“¡¡¡ Usen ustedes el subjuntivo!!! –dijo un buen hombre desaparecido en el olvido…- si no fuera porque les conozco juraría que son simples haraganes, yeguas y truhanes. Hace tiempo que no creo que de ustedes surja nada bueno, pero el fin obnubilará los medios; a sangre y fuego serán ustedes personas, o la vida acabará dándome la cruel razón. “

Quizás el rebuznar no sea ya algo de moda y la vida sea algo que deba vivirse rápido e intensamente. Surgen dicotomías como estas en la juventud perdida en valores vacíos e inocuos, substituidos por flamantes lujos, sexo de laboratorio y ostentación de poder sin esfuerzo. Ahora queremos ser de mayores, famosos como en la tele, entreteniendo al vulgo prostituyéndonos la imagen y la poca dignidad que queda en los que muestran y en los que miran.

No describan, no observen meramente, no sean estatuas inanimadas sin moral alguna, llenas de indiferencia, vacías de humanidad por la desnaturalización de los personajillos que imperan en los medios de comunicación. Juzguen e intervengan, sean parte y creareis aquello por lo que vivir por vosotros mismos. Tan lejos estamos del buen vivir? Y no aduzcan que relativizando la respuesta se escaparán de las nefastas consecuencias, pues por suerte, a todo cerdo le llega su San Martín, aunque la pena sea que paguen justos por pecadores (por pocos que queden).

El precio de la soledad, de la antinomia del ser hombre, animal político o social como se diría en la actualidad y el ser nexos perdidos en la muchedumbre, llena de personas incomunicadas, solas en verdad aún compartiendo lo que aparentemente es participable. Es la forma en que se mezclan, ayudan e interrelacionan, el hecho que estén solos aun siendo acompañados en todo momento; y, los lobos solitarios que desprecian la algarabía de vivir de forma inocua, viven llenos porque no vacían en balde su ser. Castidad en la forma, en la manera, en la esencia de las cosas.

Es tan fácil caer en situaciones embarazosas, turbias y molestas. Es tan evidente la destrucción de los restos de humanidad en las personas que luchan sin herramientas ante la realidad, y los demás, se apartan e ignoran, hacen oídos sordos a las súplicas como sano al leproso. Y no mimetizan, y no se ponen en su lugar, y no comprenden ni empatizan con el prójimo. Qué del amor!? Qué sociedad tan educada y decorosa, que dispone de organizaciones para los ‘incómodos’, los menesterosos, los parias que desechamos porque ensucian nuestra ciudad, nuestra calle… Eso si, nos regimos por éticas estrictas del ser de cada uno lo que se merece y ha trabajado. Húyase del dar por sí mismo mas que la crucecita en la casilla de las ONG’s o de la Iglesia Católica, o de los 12 € al mes que pago a la ONG de turno; limpiadoras de conciencias del siglo XXI.

De los estúpidos que creen que en las personas hay algo más que carne y huesos, dinero y posición, tetas de plástico o implantes de pelo… Ingenuos que creen en los hijos más allá del interés personal, en aportar personas que mejoren este mundo y darles las oportunidades que toda persona merece; en enseñarles virtud, trabajo y humildad; en darles amor para que den amor, sin dudas ni resentimientos, sin quejas ni malas intenciones. Ahogar el ególatra egoísmo del YO y solo YO.

‘Quizás no del todo, todo está perdido…’.

Alguien habrá que lea esto y no me eche en cara a mí, lo que debiera echarse a sí mismo. Alguien habrá, que esté dispuesto a cambiar su actitud ante el mundo, ante los demás…

Y podremos volver a ver sonreír los chiquillos en una simple fuente de agua. A degustar el exquisito placer de besar una mujer de la edad que posee y no quiere aparentar otra. A degustar la comida sencilla y en buena compañía, de amigos y familia, de gatos incordiosos y amorosos. ¿Tanto es pedir un vivir sencillo y alegre? Con sus tiempos y etapas; infancia juguetona, adolescencia ardiente, juventud vigorosa, madurez plena, vejez sabia y senilidad conmovedora… es de Dios, que el alumbrar del ser humano a la realidad pasa por ser humilde y respetuoso, contemplar y participar de la belleza que ya existe en el mundo; ni más ni menos.